Es nuestra luz y no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta.
Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿Quién soy yo para ser brillante, excelente, talentoso, fabuloso?
De hecho... ¿Quién eres tú para no serlo?
Tú eres un hijo de Dios.
Tú pequeño juego no sirve al mundo.
No hay nada de “iluminado” en brillar para que los demás no se sientan inseguros a tu alrededor.
Todos estamos hechos para brillar como niños, hemos nacido para manifestar la gloria de Dios que esta en nosotros.
No está solo en algunos de nosotros, está en todos.
A medida que nos vamos liberando de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.
Nelson Mandela